A LA SOMBRA DE LAS PALMERAS....

El Buen Oasis existe sólo ahora

Mañana las dunas serán otras, igual que otras serán las olas que ya no cogeremos.

El buen oasis es un estado para desconectar del tiempo y del espacio.

El buen oasis es ese estado en el que tienes ganas de reír , saltar , gritar, llorar...
ese estado en el que de repente eres consciente,

Eres AMOR , eres sólo energía
y
fluyes elegante!




FLOTAR

Me gusta el surf porque siempre aprendo algo:

Centimetros de espuma, mucha agua  mansa y alguna corriente de escape por donde las olas que habían conseguido romper retornaban mar adentro.

La playa, vacía ya de olores a tortilla y cerveza, a cremas solares y aceites de coco, nunca volverá a ser la  misma.
Los fondos han cambiado, la economía empuja sin pausa enormes moles de piedra desde tierra adentro hasta la punta del dique de un puerto exterior que multiplica a diario su coste de construcción y los metros cúbicos ganados al mar.

¿Por donde entrará el mar cuando regrese ?

3 estaciones entre un invierno y otro.
2 grúas que iluminan mar y horizonte como simbolo de progreso.
1 playa que se muere...

con un suspiro, con un suspiro lento y constante, ayer se despidió de nosotros con un atardecer inalcanzable.

Se despidieron el sol, la playa, el día y el verano...

En un cielo limpio de nubes, esculpido por algun que otro cirroestrato, fue dejando su estela entre planos cenitales , cruzada unicamente por el nordés que teñiría más tarde sus gotas (la de los cirros) de naraja atardecer.
Desde lo más profundo de su nucleo, la estrella nos envió toda su energía, manteniendonos cálidos en una fresca tarde-noche de septiembre.

Nosotros flotabamos tranquilos en un mar de oleaje leve entre series pequeñas, maquilladas con side-offshore y luz de atardecer.
Postal preciosa para el fotográfo enamorado.
Romantico beso para la pareja de amantes ansiosos ante la llegada de la noche.

No era día de tablas finas, ni de cantos duros ni  un buen momento para el impaciente "radical surfer".

Preciosas a la vista, las pequeñas olas abrían en un contraluz azulado, entregandose  solo ante la gracia del volumen , ante la esencia de que el surf es deslizarse sobre algún cacho gordo de algo que tenga tendencia a flotar.


Era el momento de sentir el surf como un todo: desde el roce de la arena al caminar o las gotas que resbalaban por nuestro pelo hasta la luz de un sol inalcanzablemente reflejada en nuestros ojos de alegría.

Era el momento de percibir lo inmaterial en el ambiente, de concatenarse hipnotico con el ondular del mar.
Se trataba de hacer nada, dejarse llevar y abrise al mundo, y permitir que la magía del momento comenzara a formar parte de nosotros mismos...


Y el mundo siguió girando, y el sol, como la playa, muriendo lentamente.
Su carga y su camino lo llevaron hasta el fondo del océano.
Antes de morir pintó las aguas de oleososos tonos cítricos primaverales y algunos lo vimos sonreir.
No hubo rayo verde;
pero la esperanza quedo guardada en el interior de nuestros corazones deseando, bajo una luna estrellada, que con las primeras luces del día,  amaneciera de nuevo...


mou