Me gusta el surf porque siempre aprendo algo…
Jornada turbia. Poco mar, mucho viento y un pequeño pico en medio de la corriente que te obligaba a remar sin parar para no verte arrastrado.
Tener un tablón es complicado y más cuando el mar esta revuelto y la mitad de las olas rompen en una barra poderosa. Los patos son complicados y como uno está aprendiendo, la tortuga/ cuchara no es todo lo efectiva que uno desea y acaba remando de más.
Por eso espabilas. Tienes que estar muy atento para poder pasar el rompiente. Acelerar la remada cuando no viene la serie o incluso si la serie trae bastante espuma, esperar sentado sobre el tablón y pacientemente observar a ver por donde demonios puedo entrar!!
Estar con un tablón en el medio de un montón de gente con tabla corta es complicado porque como explicaba antes en muchas ocasiones por el estado del mar no te puedes permitir estar justo en el pico y es mejor estar un poco más atrás para que no te pille la serie, pero claro, que un tío que acaba de pillar una ola remonte y se vuelva a poner arriba, delante de todos, no hace mucha gracia, y lo entiendo, la verdad es que a mi también me da un poco de palo sentir todas esas miradas en mi nuca, pero más palos me darían las olas si me quedara más atrás.
Al final la solución es subir y esperar un ratito, dejar que pasen un par de series y unas pocas olas buenas para que todo el mundo pueda disfrutar.
Pero nunca llueve a gusto de todos y el otro día me pasó.
Cogí una ola y volvi al pico, (aquel que estaba en la corriente) , la casualidad hizo que al poco de regresar , una ola se formara de repente delante de mi, una de esas olas que o pillas tú o te pilla ella.
Estaba solo en el pico( casi todo el mundo estaba un poco más alla, en el brazo de la ola pero fuera de la corriente) así que decidí remar y arriba a disfrutar!
De repente cuando estaba disfrutando oí una voz: ¡a ver si esperas un poco!
Me quede sorprendido, es la primera vez que me pasa algo asi y me dio que pensar.
Lo primero que hice, después de remontar y ponerme nuevamente delante para evitar el rompiente fue acercarme a quien me había gritado y pedirle disculpas por mi actitud porque lógicamente se había sentido molesto y para nada era mi intención. Disculpas aceptadas y un par de argumentos “lógicos” para justificar el grito.
Volví al pico, al de la corriente, donde pocos estaban dispuestos a remar para contrarrestarla, y me quede pensando un rato…
“Recuerdo que cuando empecé a sentir pasión por las olas, ni siquiera sabía lo que era. Cuando hice la primera comunión unos amigos de mis padres me regalaron un paipo ( aquella especie de corcho que había antes) no tenía cantos duros, ni materiales de última tecnología en su base para facilitar el deslizamiento y el “invento” venía colocado de serie en el medio y medio de aquella plancha de espuma. Recuerdo que salía del agua con el pecho destrozado de clavármelo. Por aquella época el surf ( bodyboard) no dependía de las predicciones ni de las mareas ni de los vientos sino que dependía de mis padres y de que fuera verano. Tuve la suerte de que aunque nací en una ciudad sin mar, a mis padres siempre les gustó la playa y me enseñaron a amarla y respetarla. Salía del agua congelado. No tenía traje ni licra pero no importaba porque las olas me arrastraban hasta la orilla y disfrutaba.
Cuando el pobre paipo no aguantó más me compre un bodyboard Morey en Andorra, en Andorra!! Estaba barato y regalaban unas aletas y una funda!!
Vaya cambio! descubrir las aletas fue algo realmente sorprendente, podías coger más olas y además tú las cogías a ellas y no ellas a ti. El surf seguía dependiendo del verano y de mis padres, pero seguía disfrutando como el primer día.
Bastante tiempo después llegó un neopreno CRESSI ( marca de pesca submarina) era el más barato que había en la tienda, pero unos 10 años después todavía este invierno me ha salvado del frío.
Lo del neopreno también fue un cambio importante, podía bañarme en septiembre y octubre, e incluso algún fin de semana de primavera que mis padres se acercaban hasta la playa.
Luego llegó el carnet de conducir y por suerte 1 vez cada tres meses ( más o menos) mis padres me dejaban el Seat Ibiza modelo “salsa” para poder acercarme a la playa.
Con el tiempo descubrí que había otras tablas, más duras, más grandes y en las que la gente se ponía de pie…ERA EL SURF!!
Ahorré un par de años y llegó una Slash 6.7 a mis manos. Todo era nuevo, había que empezar otra vez: ya no había aletas, los brazos quedaban destrozados después de coger 2 espumas. Pasó mucho tiempo hasta que empecé a llegar al rompiente sin cansarme. Una vez allí , veía como otra gente se ponía de pie, hacía giros, fluía con las olas mientras yo, destrozado en el medio de todo intentaba molestar lo menos posible y si se les escapaba alguna ola, sabía que me tocaba intentarlo a mi…
miles de caídas, litros de agua tragada, en cada ola decía: “esta es la buena, en esta me pongo de pie” pero el tiempo pasaba, pasaban las olas y los revolcones, uno tras otro. Sin embargo me gustaba, seguía disfrutando de las sensaciones que el mar me traía.
Pasó el tiempo, y empecé a ponerme de pie…vaya sensación!! ¿la recuerdas?
Llegué a Coruña y pude surfear un poco más a menudo, ya no solo en verano sino que una vez cada 15 días ( más o menos) me daba un baño. Otro cambio importante.
Y es que la virtud del surf es la constancia y la paciencia y poco a poco fui descubriendo estas y otras muchas cosas. Y cada día mucha gente en el agua, mucha más que antes , pero gente de todos los niveles. Niveles que quieres alcanzar algún día cuando ves que alguien coge la ola desde el pico y la disfruta hasta la orilla. Niveles por los que ya has pasado pero con los que te sientes identificado: cuando ves a un niño cogiendo espumas en la orilla o a un adolescente , con toda su fuerza e impulsividad, intentando coger una ola en la que luego se cae y se enfada consigo mismo por no haberse puesto de pié( yo también pasé por eso, tu no?)
Y descubrí el longboard, había algo distinto en él. Al principio me pareció que era igual que el surf: una ola y una tabla. Pero podía notar que la gente que surfeaba con uno bajo sus pies lo hacía de una manera distinta, sus movimientos eran más lentos, más tranquilos, más fluidos. Noté una forma distinta de canalizar la energía del mar, más harmoniosa, más sentida, más profunda.
Después de pensármelo mucho y mirar por aquí y por allá, y después de ahorrar lo correspondiente, hace apenas un año, le compré a Tito un Pukas McKee 9´0 con el que he vuelto a disfrutar como el primer día , con el que la sonrisa ha vuelto a brillar, si cabe con más energía que antes.
Ahora ya no hay lucha contra el mar, ya no hay resistencia. “
Siempre he respetado a todos y cada uno de los surfistas con los que me encuentro en las olas, aunque no te conozca, sé que estás ahí para disfrutar del mar, para sonreír en cada ola, igual que yo. Y para mí es suficiente, no me hace falta saber tu nombre para respetarte, ni tampoco que me pases por encima con tu tabla para que te muestre respeto, no tienes que hacer nada porque el respeto, ya nace antes de que llegue a la playa, antes de que me ponga el traje y antes de encontrarme contigo en el pico.
De todos modos, discúlpame si algún dia te molesto mientras remonto una serie, discúlpame si algún día te salto una ola por no haberte visto, o si cojo dos seguidas porque la serie entra a huevo y estoy en el medio del pico.
Posiblemente, como tú, nunca llegue a ser profesional.
Pero simplemente si en cada baño puedo sonreir o conocer una cara nueva, para mí, eso será la pura vida, el mejor campeonato que haya ganado.
Buenas olas a todos.