Me gusta el surf.
Me gusta en lo fácil, y en lo dificil.
Me gusta en los logros, y frustraciones.
Me gustan los retos ante los que me encuentro.
Hay baños buenos, excelentes, en los que apenas llegas al pico y tienes la suerte de pillar una ola más.
A veces, incluso, se vuelve exagerado, y surfeas, remontas y al llegar arriba, vuelves a remar y surfear, una vez tras otra...
Sin embargo, existen baños que son solo de una ola.
Son baños en los que remas y remas y remas, luchas contra la corriente o corrientes, te encuentras perdido en medio del mar sin ver un rompiente definido, el pico no existe y rompe cada vez en un lugar.
Remas y remas y remas, y después de un rato ves claro que quizás la elección hubiera sido no entrar...
Pero ya estás dentro, y aunque solo sea por orgullo, no piensas en salir remando, cuanto menos, como objetivo mínimo poder surfear una ola.
Ocurrirá que si habitualmente estas en el agua , pongamos de media una hora y pico, en baños como el descrito pasarás ... quizás una hora? remando sin parar, por orgullo, por intentarlo, porque al fin y al cabo, poder coger una ola, una sola, en un baño horrible y complicado, es lo menos que podemos exigirnos una vez que ya hemos mojado nuestro pelo.
Porque no siempre el surf es algo fácil y divertido.
Por momentos se vuelvo duro, rigido, aparentemente imposible... pero en nuestro instinto la autosuperación entra en juego
Porque existen momentos duros en los que la recompensa en si misma , quizás no sea la única ola que has podido surfear, sino soportar la dureza psicológica de estar remando sin parar entre corrientes, clavando en cada espuma un pato