Hay una parte del mundo físico que forma parte de mi, más allá del límite de mi piel con el cosmos.
Entiendo.
Más allá de la distancia que mis sentidos establecen entre los elementos y mi cuerpo,
ellos, los objetos, existen fuera, porque también existen dentro.
Hay una conexión intrínseca, un entramado de cuerdas invisibles que me conecta con el todo.
Aunque no lo que veo,
aunque no lo escucho
aunque no lo toco.
Hay un alambre de metal hilado en rocas
Hay una amarra que me anuda
en un mar de mentes locas
una barloa, una jarcia, una lazada
estrinque que me devuelve al puerto de nirvana
Un cabo , una maroma, una sirga.
Hay una soga que rodea la vida.
Hay un cordón, de bota, que hace camino
un ronzal sin nudos
un nudo que desliga
un lazo de pastoreo que reposa en mi cortijo
un cruce sin sombras
una ligadura sin hijos.
Hay un eje entre líneas
que las rayas de la luna
deja gravadas en la escarcha
hay acciones discontinuas que sobre cuerda floja bailan
hay un finísimo cordel de tiempo
un surco , un repliegue , una estría
un rostro con arrugas vivas...
¡no hay cuerda en el mundo
que pueda maniatar nuestra alegría!
