Y de repente, llega la conciencia como el primer rayo de luz de la mañana...
Y de repente, el milagro.
Y de repente, me encuentro en pie en la casa del Señor, apoyados mis dreads en los gruesos muros de una iglesia románica, escuchando su palabra mediante el pastor que símboliza en rojo, el primer paso del camino, el chakra uno, la raiz que conecta cuerpo vida y destino.
Soy uno con la silleria del granito, a los pies de la escalera , mostrando la madre el siguiente escalón hacia el cielo, late mi corazón entre la piedra.
En mis ojos, el agua de la vida limpia mi mirada.
En mis oídos resuena la paz, vibrando la misma en mis venas.
Soy la paz que vibra en mí, la paz que te deseo, la paz que estárá contigo y mantendrá el alma serena.
El pueblo re-unido ante el altar, eleva al cielo la pena,
en la Tierra reine la alegría del Señor,
es Él a quien le cedo mis problemas,
porque vale tanto la paz última, como la paz primera.
Porque no hay árbol de la Fe que de frutos,
si no existe la Acción primera.
Al Señor por acoger en sus brazos mis plegarias,
y transmutar su reino,
con la humildad de la vida,
aquí en la tierra.
mou de lugh
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos:
"¿Quién dicen los hombres que soy yo?"
Ellos le dijeron: "Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas."
Y él les preguntaba: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"
Pedro le contesta: "Tú eres el Cristo."
Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.
Hablaba de esto abiertamente.
Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.
Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole:
"¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres."
Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo:
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará. "