Necesitaba huír, escaparme del conglomerado de voces urbanas que hablaban mucho pero no decian nada.
Necesitaba saber que el mar seguía latiendo, saber que en su inmensidad una gran fuente de energía estaba formando una borrasca.
Saber que la sangre, en su latido marino, mataría mi pereza y me enviaría globulos salinos para darme oxigeno.
Necesitaba sentarme solo, clavarme en la roca como la espada del Gran Arturo, y Ex Calce Liberatus*
mi alma para poder seguir navegando en el asfalto sin hundirme.
Y me escapé.
Opté por no comer ni beber para aprovechar mejor mi tiempo y dedicarme por completo a sentirme susurro de caracola marina.
En la arena , cerré los ojos, clavé mis pies en roca, construí El Jardín del Loto y medité.
Me dejé llevar.
Lentamente, el ritmo de mi respiración se fusionó con el vaivén del oceano.
El tic-tac de las olas rozaban la arena húmeda de la orilla.
Creo que algún ave silbó.
Mi mente se aquietó. Mi cuerpo se mantuvo ingravido.
Durante todo el proceso , mis parpados cerrados percibieron al trasluz, el paso de varios dias y varias noches. Quizás pasarán varias vidas, quizás segundos.No lo sé.
Lo que si se es que la luz y el día y la oscuridad y la noche corrieron fugaces al otro lado de mis parpados como si los meteoros escapados de Perseo varíaran su recorrido y volaran prestos junto a mi.
A la vez que en mi interior una esfera de luz blanco-azulada acrecentaba su velocidad de giro, el mar seguia calmo y mi respirar con él.
Sentí que poco a poco las olas comenzaban a ralentizarse, cada vez tardabán más tiempo en romper, pero la que venía lo hacía con mayor estruendo, con más fuerza que la anterior.
La esfera que se había formado en mi pecho, seguía girando y absorviendo luz.
De repente comenzó a modificar su color.
Desde el blanco-azulado inicial había recorrido tenues colores calidos mientras se había mantenido girando en calma, pero ahora, se había vuelto gris y había comenzado a absorver energía.
El mar seguía creciendo. Mis oidos estaban alerta: el rúgido de alguna de las olas era estremecedor.
La esfera giró y se volvió más oscura y más veloz.
El mar desapareció.
La esfera rotaba ahora como si en mi estomago hubiera entrado el motor de la lavadora en pleno proceso de centrifugado y yo fuera un grano de arena dentro del mismo.
Creció, se expandió y me referenció en su centro, siendo aquella pequeña esfera cristalina, un enorme planeta de vientos en el que ahora, yo formaba parte de su nucleo...
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Rayo y trueno rompieron el misterio.
Un cielo encapotado y negro anunció una potente tromba de agua.
Con la primera gota de lluvia que rozó mi nariz abrí los ojos:
Las lineas se podían ver desde el horizonte.
Enormes series se acercaban hacía la orilla ralentizadas por el viento de tierra.
La blanca espuma contrastaba con el cielo oscuro que convirtió el día en noche.
Amenazados por la tormenta que se aproximaba los ultimos pescadores que recogieronn sus redes para guarecerse en puerto.
Comenzó a llover.
Gotas gordas burbujearon en su caida sobre los charcos.
La lluvia: intensa, penetrante y fría me caló hasta los huesos.
Un rato después me marche cabizbajo...
Del Diario de los Sueños Perdidos
Mou
*Ex Calce Liberatus : del latín. Liberada de la piedra