Levantó el otro brazo lentamente, llenando el frío espacio que habitaba entre la lluvia.
Cabizbajo, miró a la tierra empapada por las penas que arrastran las nubes bajas.
Se despidió de cada nube, de cada viento, de cada uno de los copos de nieve que aun guardaban las altas cumbres.
Se despidió del frío y de la pereza, se despidió de las largas noches al fuego.
Con su brazo extendido, se despidió de nosotros.
Abrió su mano y voló la primavera...
mou de lugo