Etapa dura, áspera, de las que desesperan.
La lluvía lo acompaño durante toda la jornada.
Charcos grandes , profundos y opacos zigzagueaban entre el lodo.
Riachuelos espontaneos nacían en las piedras del camino y sus pies, por momentos, notaban más la sensación de ser el cristo caminante sobre las aguas del río Jordan que el humilde peregrino que realmente era.
Cenó temprano y decidió tumbarse a escribir en su diario.
Apenas 2 frases.
Su pelo y sus ropas empapadas humedecieron el cuaderno.
Prefirió proteger lo escrito a estropear todas las experiencias del viaje por culpa de cuatro gotas de agua mal secadas en su pelo.
La habitación era fría y húmeda. Tenía una pequeña ventana sin cristales y una silla entumecida por los años, un colchón fino, una pequeña almohada, sabanas limpias y dos mantas.
Suficiente para poder dormir pero no para que la ropa se secara mientras descansaba.
La noche se hizo larga...
Cantó el gallo.
Abrió un ojo. Seguía lloviendo...
Salió de la cama.
Un escalofrío recorrió su espalda.
Su pie derecho pisó el goteo constante de la humedad de sus ropas durante la noche.
Desayunó.
Miró por la ventana.
Seguía lloviendo después del café matinal.
Los lugareños informaron al peregrino: "Mientras el viento sople del valle continuará la lluvia."
----------------------------
Las etapas de humedad y sombra vienen repitiendose durante días y el ánimo del peregrino pasa por momentos dificiles.
La soledad se convierte en el mayor de los pesos.
Los días de lluvía pocos peregrinos recorren sus etapas y cuesta encontrar compañeros con los que compartir el dia.
A veces, se sienta a descansar e intenta recordar los dias soleados para calentar su cuerpo. Suspira ensoñando los dias de campos verdes y cielos azules...pero el agua resbala por su ropa y sus cabellos haciendo mayor su carga.
El peregrino sufre, lo sabe;pero sabe que no puede cambiar la lluvia...