Sabía que no podía real, que todo lo que estaba experimentando no podía ser cierto pero era innegable que en mi interior algo había comenzado a germinar y a crecer rapidamente.
El amor me había invadido con tal frenesí que sin esperarlo rompió todos mis prejuicios, arrasó los muros del minifundio mental y se clavó de lleno en las emociones.
Estaba experimentando la pasión de la aventura, de lo invisible, del suculento nectar de acariciar lo oculto. Las sensaciones eran más y más intensas en aquel medio que aún resultandome familiar, me resultaba , de algun modo, completamente desconocido.
Cualquier acción era plena, cualquier acto se llenaba de entusiasmo glaseado con alguna dosis de vehemencia.
Mi cuerpo, mi mente y mi espiritu se mostraban abiertos, receptivos, esponjosos...
No podía ser real y sin embargo lo era.
Alguna imagen muy sútil en mi cabeza me daba indicios de que algun tipo de aparente ilusión podía estar llevandome a engaño pero mis ojos veían su brillo, mis manos rozaban sus aguas , mis oidos escuchaban sus palabras...
Sabía que no podía ser real pero en cada encuentro, en cada remada, en cada caida, mi ser se llenaba de luz y comenzaba a fluír, a conectarse con el todo, a percibir los colores con mayor intensidad.
Mientras mi sentimiento me empujaba por las espalda para animarme a entrar y mi mente refrenaba el ansia (quizás por miedo a un golpe, a un chapuzón mal respirado o quizás por miedo a nada) me encontré perdido en la incertidumbre, como flotando entre dos aguas.
Conforme crecían las ganas de vivir, de reir, de gritar, de sonreír también aumentaba el respeto al fracaso, que se encargaba en cada momento de recordarme su presencia.
Yo, que siempre había sido piedra, descubrí que nadie intentaría atarcame mientras me mantuviera indiferente al exterior, mientras me mostrara frío e insensible como si nada fuera conmigo, como si por mantenerme distante a mis emociones fuera a sufrir menos.
Pero descubrí que las piedras , al contrario de las flores, las nubes o las aves, no tienen nada que fluya en su interior.Las piedras no sienten: permanecen estáticas, inmóviles, inertes.
Rompí la coraza y al abrirme las emociones llegaron.
Jugué con ella a verla correr sobre las aguas, la vi brillar, la ví reir, la vi llorar bajo la lluvia. Cada gota ( el agua) nos conectaba, la esencia de la vida corría entre nosotros y las miradas fluían como una sonrisa de ola.
Fué de repente, en la autenticidad de aquella demencia, alguien pronunció la palabra sueño; y la palabra sueño comenzó a retumbar en mi cabeza. Otras palabras como " vida", "surf" , "sonrisa", "caminos" , "miedo" ,"locura", o "imposible" tambien se repitieron.
Me sentía pleno: por ser, por estar, por sentir; pero vacío al ver como el agua huía entre los dedos de mis manos...
Alguien bajó la persiana.
descubrí que me había quedado dormido en el sofá...
Del Diario de los Sueños Perdidos
Mou