A LA SOMBRA DE LAS PALMERAS....

El Buen Oasis existe sólo ahora

Mañana las dunas serán otras, igual que otras serán las olas que ya no cogeremos.

El buen oasis es un estado para desconectar del tiempo y del espacio.

El buen oasis es ese estado en el que tienes ganas de reír , saltar , gritar, llorar...
ese estado en el que de repente eres consciente,

Eres AMOR , eres sólo energía
y
fluyes elegante!




Tuvieron que mojar sus alas.

Como cada día, esperaban en la orilla observando la marea.
Como tantas otras veces el mar estaba en calma...
Sus ojos, todavía noctambulos y entreabiertos, se hipnotizaban con el ir y venir del vaiven de los oceanos...

No había mucho que hacer en aquel tiempo : veían salir el sol, conseguian el sustento, se encontrar con su grupo de iguales y en compañía disfrutaban de los atardeces.
Vivían ajen@s a los cambios sociales, culturales y economicos. No les importaban.
Tenían sus propios rituales, sus costumbres, sus manias.
Eran grupo, independientes e individuales, pero eran grupo.
Cuando actuaban en comunidad conseguían crear cierto pánico y algo tensión en los transeuntes con los que se cruzaban.
No amenazaban, pero constituían amenaza.
No insultaban, pero su voz constituia trastorno.
No agredián, pero sus actos fueron considerados agresión.

Comenzó el pavor.
El pueblo comenzo a temer a lo desconocido, y decidieron poner fin a aquella comuna que crecía lentamente, pero de forma exponencial.
Como su numero era cada vez maior, asumieron las perdidas de sus congeneres como el precio que debían de pagar por vivir allí.
Y continuaron viviendo, ajen@s a los cambios sociales, culturales y económicos.

Pero cada noche el recuento de bajas iba en aumento.
Cada día menos, cada día menos unidos.

Quedaban muy poc@s.
Todavía en comunidad y tras muchas reuniónes, asambleas y argumentos, concluyeron que su futuro estaba en los mares.

Decidieron volar.
Con la primera luz de aquella fría mañana de diciembre pusieron rumbo mar a dentro, mientras algun@s del grupo, con surcos de lagrimas en sus rostros, miraban de reojo a tierra firme mientras se despedían del pasado y del futuro.

Volaron

En su volar pasaron horas y tempestades, borrascas y corrientes, sueños y amaneceres.
Pero volaban
Sin embargo, sin aviso previo, el cansancio les vencío.
Y al final, como si fuera el principio del que huían, tuvieron que mojar sus alas.