El oasis se muere.
Quizás sea buena la suerte del vergel y alguna semilla guarde el fruto del mañana.
Pero hoy, en presente, el oasis muere.
Quizás un hongo, quizás la picadura de un infecto mosquito, quizás una poda mal hecha,
Pero no hay palmero que sepa resucitar palmeras. Me temo que tristemente, no quedará más que restos vegetales semi enterrados por la arena del desierto.
No habrá sombra en los días cálidos donde, a pleno sol, este ahoga el aliento.
Los dátiles hace tiempo que han perdido su sabor y las raíces no beben hoy de la vida como antes.
La tierra se ha vuelto estéril, los pozos que surtieron de vida a cientos de generaciones se estan secando.
Las leyendas de nuestros ancestros, donde los hombres se encontraban en el oasis como hermanos, sin armas , sin violencia, siendo conscientes de la importancia de mantener la paz en los vergeles donde manaba la vida, ya no se oyen en el fuego.
Los ancianos mueren lentamente, en soledad.
El consejo de ancianos, donde los sabios en su experiencia, dirigían con buen hacer a los hombres, ha sido derrotado, por hordas paleolíticas de mujeres indómitas que hipnotizan a las masas con sus jugosos y operados pechos en lugar de hacerlo por su deslumbrante inteligencia.
Y hacen bien.
Ya no hay quien quiera escuchar a los ancianos.
Los jóvenes creen saberlo todo, y los ancianos, sin mucha fuerza ya, no luchan por mantener lo que ellos mismos no podrán ver en unos años.
Prefieren no mirar.
El oasis se muere ... la ley natural de la VIDA.
Todo nace, crece, decrece y fallece, nada es para siempre.
Y sin jardínero que pode ramas muertas, sin labradores que aireen la tierra, sin ancianos que lideren la experiencia, el no-deseo de la muerte, se convierte en un acto consumado.
El oasis se muere...
Demasiado terreno fértil para las pocas manos implicadas.
Demasiados sueños juveniles y poco brazos dispuestos a mover el mundo.
El oasis se muere...
Y nadie querrá resucitarlo.
Se quedarán ahí sentados viendo como de año en año se pudren las palmeras,
viendo como cada temporada los frutos son más pequeños y más escasos.
Verán como el desierto supera los lindes verdes de este territorio de paz, y así seguirán, tranquilamente sentados, mirando al infinito, soñando con el mar, sin ver que su esterilidad crece cada día.
Viendo como el desierto ahoga a la vida, como la arena se traga el mar, y como el mar se convierte en caliza.
El oasis se muere...