DE NIÑO  HASTA GOVERNADOR  
Desde la edad de siete años, cuando él empezó a leer y escribir bien  en Amárico, Lij Tafari supo que El un día sucedería a Menelik en el  trono del rey de Reyes. Debe haber sido una premonición, porque no había  ninguna razón lógica por la que asumiría tan elevada posición. No era  secreto en la casa familiar de Harar, por supuesto, que su padre Ras  Makonen, había estado hablando entre los influyentes de la Corte acerca  de El ser el más acertado heredero. La Reina Taitu no le había dado al  Emperador ningún hijo -pues ella había parido mucho con los consortes  anteriores- y las anteriores esposas de Menelik le habían dado un hijo y  dos hijas, pero el hijo había muerto. Siendo su adorado primo y el  único Ras en la Corte en que él realmente confiaba, Makonnen era visto  como el obvio sucesor, pero no había ninguna certeza hasta que Menelik  oficialmente lo proclamara como su heredero. Pero así todo, esto no  significaba que Lij Tafari sería el sucesor de su padre. Ras Makonnen  estaba tratando a Tafari como el Emperador lo estaba tratando a él, y no  había hecho ninguna declaración acerca de quién sería su sucesor. En  Etiopía un hijo no hereda los títulos de su padre sino que tiene que  ganárselos, en su servicio al Rey: tampoco el padre tiene que nominar al  mayor hijo, e incluso a ninguno de los restantes hijos como su  heredero. Podía ser cualquiera. Podía ser su hermanastro Yilma, podía  ser su primo favorito Imru Haile  Selassie, quien era profundamente querido por Ras Makonnen. 
Así todo, muchos recuerdan a Lij Tafari, como el que "supo" a la  edad de siete años que El un día sería Rey, y empezó a estudiar para ese  trabajo. Él le pidió a su tutor todos los libros de la historia  de Etiopía que él pudiera encontrar (no eran muchos) y escuchó  atentamente todas las historias de las dinastías Salomónicas de la que  Él fue un retoño; Él creyó en la veracidad de la leyenda de Salomón y  Sheba (Saba.) A la edad de cinco Él era un niño tímido y pequeño, pegado  a las sayas de las mujeres en la cocina; pero con aprendizaje y  conocimiento vino una compostura que asombró a todos los de la casa y a  Sus amigos. Fotografías de ese período enseñan un rostro que confiaba.  Ya había una compostura real en aquel momento. 
Ya para el tiempo que Él tuvo once años ya había aprendido  suficiente el Francés como para conversar con su joven tutor, Aba  Samuel, quien había sido recomendado a su padre por los monjes de la  Misión Francesa en Harar. Ras Makonnen vino de un viaje a Inglaterra  -donde él representó a Menelik en la Coronación del Rey Edward VII- y lo  encontró tan fluido en el francés que mencionó este logro al Emperador,  y fue ordenado traer a Tafari a la Corte. Tafari hizo el viaje en 1903. 
La presencia de Tafari en la Corte un mes después todavía se  recordaba. Todavía pequeño, con un airoso sombrero de terciopelo, una  capa bordada de seda color negro y oro amarrada al cuello, pantalones  blancos y camisa debajo. Él recitó un poema de La Fontaine, y el  Emperador, quien no entendió una palabra, gritó: "¡Él lo ha aprendido de  corazón!" pero cuando el procedió para intercambiar algunas palabras  corteses con Monseñor Ilg, Menelik se convenció y toda la corte  aplaudió. Con dos excepciones; la Reina Taitu no pensó que Él era tan  brillante. Ella no gustaba de ninguno de la familia de Ras Makonnen, por  él quien ella sentía antipatía. El otro fue un miembro del círculo de  la corte casi igualmente poderoso, Ras Mikael, quien se había casado con  una de las hijas de Menelik y que también tenía un hijo, llamado Lij  Yasu. 
Estos dos tenían ambiciones, una para ella misma y el otro por su  hijo, que solo Ras Makonnen y su Hijo podían entorpecer. En 1905, a la  edad de trece años, Tafari supo que el Emperador le había otorgado el  título de Dejazmatch -más o menos lo mismo que el Sheriff Mayor- y su  padre siguió esto con la declaración oficial de que Él sería su  heredero. Él hizo eso con el conocimiento de que pronto el Emperador  Menelik anunciaría a su heredero, y de que él, Ras Makonnen, podía ser  confirmado como el sucesor de Menelik. 
Pero en abril del año siguiente, Ras Makonnen trascendió… Los Rases  vinieron a rendirle simpatía al joven Tafari, y Sus consejeros lo  confortaron con el pensamiento de como heredero legal de Ras Makonnen,  Él sería capaz de ganarse sus espuelas como Ras, sino era como  gobernante, tomando el poder de Su padre como Gobernador de Harar.  Parecía casi seguro de que Menelik intentaba confirmar a Tafari como su  heredero, no solo como gesto en memoria de su viejo amigo; Él había  hecho claro que a él le gustaba el muchacho y que tenía buena impresión  de las habilidades del joven. Pero eso fue casi en el mismo tiempo que  él sufrió el primero de sus ataques que eventualmente lo incapacitaron, y  siendo así que el primero no fue tan severo como los siguientes, esto  le dio posibilidad a la Reina Taitu de ser una influencia mucho más  fuerte sobre su esposo. Fue anunciado en la Corte de que el hermanastro  de Tafari (hijo natural que había sido desdeñado por Ras Makonen) y no  el heredero legal, sería el Gobernador de Harar, decisión que probó ser  dolorosamente no-popular con la gente de la provincia. La razón dada fue  la de que Tafari era demasiado joven para controlar tan largo y  próspero Estado como Harar, una explicación totalmente débil en Etiopía,  donde los jóvenes gobernadores han sido y son escogidos con un diputado  mayor que los ayuda y aconseja… 
Enseguida que Menelik se recuperó de la enfermedad, él hizo venir a  Tafari a Addis Ababa y entonces anunció que él lo proclamaba gobernador  de una pequeña provincia de Solali. Pero esto fue una proclamación  ausente. Tafari se quedó en la capital al lado del Emperador y aprendió  mucho más del arte de gobernar.. 
Fue quizás natural que toda la afección filial que Tafari había  tenido por su padre lo transfiriera a Menelik, y que el Emperador  extrañando tener su propio hijo le diera calor a este joven delgado de  14 años quien había venido bajo su ala. No hubo ninguna duda en la mente  de nadie que él lo prefería entre los demás jóvenes nobles que él había  acogido en su Corte Imperial, y mucho más por sus habilidades  administrativas. En temperamento había una gran diferencia entre el  Emperador y su relativo. Menelik tenía un genio a veces tan violento que  sus ojos parecían que se le iban a salir de furia; él bramaba como un  toro y rugía como un león. 
Menelik no había pasado por alto que incluso cuando azuzado por los  miembros de la Corte, siendo burlado por Su carácter abstemio,  ridiculizado por Su esquivez con concubinas y esclavas, Tafari no enseñó  signos no más que la facción congelada y un brillo glacial en los ojos;  él no necesitaba que le dijeran que Tafari tenía una cualidad de la que  él mismo carecía y que es una necesidad en la mochila mental de todo  gran hombre de Estado, paciencia. Él sabía como esperar -y El no enseño  señal de rabia cuando fue atacado. Hacia el dolor, hacia los  desencantos, Él tenía una implacabilidad estoica. Una vez, cuando  cabalgaba con el Emperador en los planos fuera de la ciudad, el caballo  de Tafari tropezó con el hueco dejado por un conejo y lo tiro dentro de  un arbusto de zarzamoras, de donde Él salió arañado y desgreñado. El  nieto de diez años del Emperador, Lij Yasu, siendo un niño ya arrogante  con una lengua cortante, se burló de la frustración de Tafari y se alejó  cabalgando para persuadir a la Corte de hacer una canción acerca de la  manera de cabalgar de su primo. Cuando los versos burlescos empezaron en  el séquito real, Tafari, (que ya se había remontado) impulsó su pony  hacia adelante y enseguida fue retado a una carrera por Lij Yasu. Tafari  no sólo galopeó más rápido que el muchacho sino también obsequio a los  presentes con una deslumbrante exhibición de equitación, y terminó  empinando el caballo en sus patas traseras delante del Emperador- y todo  esto con una mano-. No fue hasta que el cortejo llegó al palacio que se  descubrió que Tafari se había roto la muñeca en la caída y que se había  pasado un buen tiempo con dolor. Los menos observadores miembros de la  Corte lo llamaron "El penoso" y se burlaban de su escasez de palabras,  pero Menelik fue uno de los pocos que se dio cuenta que Él tenía las  cualidades del halcón y lamentó el pensamiento que él nunca lo vería en  lo que El se convertiría. 
En los siguientes tres años Tafari y los demás de la Corte Imperial  combinaron los deberes feudales con los estudios en la primera escuela  de Addis Ababa. Para dirigir esa escuela Menelik trajo del Cairo a un  erudito egipcio que había estudiado en París, y él ordenó que los hijos  de todos los Rases deberían aprender idiomas modernos. Tafari no tenía  que aprender mucho del Francés (y Él brindó a su joven tutor, Aba  Samuel), ampliando su nivel de lectura y se extendió en las Matemáticas y  Economía, Geografía e Historia. Él fue el alumno estelar de la escuela, y  no simplemente porque Él quería complacer al Emperador; Él encontró un  nuevo estimulante y excitante mundo que venía de los libros y lecturas, y  sus horas en el aula estimularon su apetito por educación- y de educar a  los demás- que nunca Lo ha dejado. 
(Fragmentos del libro "Haile  Selassie" por Leonard Mosley) Jahug vol 7 
Profecías acerca del Niño Cristo 
"Una gran señal apareció en el cielo: Una mujer revestida del sol,  con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre la  cabeza. Estaba encinta y gritaba con los dolores de parto y las  angustias de dar a luz. Otra señal apareció en el cielo: Un Dragón,  color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos; sobre sus cabezas,  siete diademas. Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del  cielo y las lanzó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la  mujer en trance de dar a luz, para devorar al hijo tan pronto como le  diera a luz. Ella dio a luz un hijo varón, él que debía apacentar a  todas las naciones con una vara de hierro. El hijo fue arrebatado hacia  Dios y a su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar  preparado por Dios, para ser alimentada allí durante mil doscientos  sesenta días..." Apocalipsis 12 v 1-6