En el camino, el peregrino descubre el cansancio, la rutina y el aburrimiento.
Camina día tras día; etapa tras etapa.
Todos los días es la mismo: nacer después de los sueños de la noche, una ducha para desperezarse, un desayuno para reponer energías y mochila al hombro.
Se despide de sus compañeros:
-" Buen camino" - les grita sin girarse.
Sabe que no es posible volver a recorrer lo caminado, ha llegado hasta aquí, y ahora debe continuar .
Ayer, como en cada etapa, tuvo que tomar decisiones sobre su objetivo y sus fuerzas y en ocasiones, hasta el más audaz de los viajeros tiene que rectificar.
En algún momento de la etapa anterior se despistó y durante horas caminó por
una senda equivocada, por un camino sin salida, por un atajo inexistente y se vio obligado a dar la vuelta...
Hoy se concentra en sus pasos.
Sus piernas todavía permanecen adormecidas del esfuerzo de ayer y en la espalda, la mochila de hoy pesa el doble
Tras los primeros pasos del día, ya en camino y despierto, se descubre sonriendo.
Está amaneciendo. El primer rayo de sol de la mañana aparece detras de unas colinas lejanas.
En su reflejo, la arena del camino brilla como el oro...
"Hoy el camino empieza de nuevo".