Salió de trabajar a las 7.
El sol brillaba alto en el cielo y decidió dirigirse a la playa entre atascos , semaforos y obras.
Cuando llegó se encontró con la desoladora imagen de un mar desaparecido y lejano, fruto de la marea baja en ciclo de mareas vivas y con un horizonte cuasi-plato, solo roto por una barra mediometrera que rompía en la orilla.
Charló con sus congéneres sobre el mal estado de la mar en esa tarde, los accidentes propios del deporte vistos en las últimas jornadas y las pocas probabilidades de, ya a última hora de la tarde, hacer un viaje de 1 hora para bañarse en la única playa en la que tenían confirmado que había baño.
Tras el desanimo común, decidieron surfear el asfalto. Paseo suave sobre el longskate descendiendo cuestas, girando sobre los últimos rayos de un sol descendiente y sintiendo el aire rozando su piel.
A lo largo de la travesía asfáltica, no dejo de mirar al mar, la barra seguía rompiendo en la orilla, sin abrir, pero comenzo a sentir un canto de sirena, una llamada alén del mar que le decía: "metete!"
Siguieron patinando. Largas cuestas zigzaguearon entre sus skates y la charla, que en los tramos más planos, servía para compartir experiencias. Seguía pensando en bañarse.
Llegaron al punto de salida. El sol había bajado hasta rozar el horizonte, pero aún brillaba.
Intentó convencer a algunos para que se bañaran , siendo muy consciente el de que el baño consistiría unicamente en mojarse y flotar sobre la calma, y en caso de decidir remar la seca barra: lavadora y digestión arenosa.
Se enfundó el neopreno ante la atónita mirada del personal.
- Si, si, lo veo igual que vosotros. No hay olas.
Preparó la tabla.
Dejó el invento en el coche
Corrió hacia la orilla embaucado por el canto de sirenas...
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¿Porqué dejarse llevar por la melodias de ultramar?
¿porqué no intentar coger una ola en un día de barras imposibles?
¿ Porque por una vez, no actuar fiandose de la razón y sí de las sensaciones?
¿Porque no fluír entre cantos de sirenas?