En ocasiones, la rutina del camino se engancha en los pies del peregrino sin que pueda percibirlo.
Cuando todas las etapas se vuelven iguales y no encuentra la chispa que enciende sus animos como aquellos días en los cuales inició el camino, cuando aquella ilusión desbordante ha desaparecido hace ya muchos quilómetros, no tiene sentido seguir caminando.
En estos dias, el peregrino olvida por completo las etapas en las cuales no ha tropezado o aquellas en las que suaves y comodas bajadas le permitían disfrutar de los amplios valles y del aire fresco que al descender aquel , ascendía este desde la neblina refrescando su rostro...Mas al olvidar las alegres etapas andadas, la pena pesa todavía más y el camino se vuelve más duro.
Cuando el camino pierde su sentido es mejor pararse y descansar, evaluar lo recorrido y analizar si estamos siguiendo NUESTRA senda o por el contrario, aquella que nos viene impuesta.
El descanso también es necesario para el cuerpo, para la mente y para el espíritu cuando estos están cansados y refrescar los pies en un río frío, echar la siesta a la sombra de un almendro o rezar en un campo de amapolas son alguna de las armas que el peregríno puede usar para romper su ciclo de rutina.
El peregrino es caminante y guerrero, es maestro y discípulo y ha de saberse preparado para afrontar las batallas que puedan aparecer en el camino.
Porque con cada despertar se inicia una nueva batalla , un nuevo reto y el más grande de los enemigos que el peregrino encontará, aquel que intentará frustar sus sueños, aquel que intentará convencerlo( y en ocasiones lo conseguirá) de que lo posible es imposible , se encuentra dentro de El mismo
El peregrino sabe que el es dueño de sus decisiones y responsable también de sus consecuencias.
Cuando el cansacio del vivir lo confunde, se sienta , se relaja y disfruta de la vida.
Sabe que pronto tendrá que actuar y tomar decisiones, pero también se conoce así mismo y sabe cuando su estado interior no es propicio para decidir.
En estos casos , sonríe y disfruta de todo lo que la vida le da, y en su gozo, el camino nace de nuevo...