Son muchas las personas con la que se cruza en cada etapa cada día y siempre nace algún tipo de relación (fría, calida, profunda, inconsciente, superficial,..) de cada encuentro.
Algunas de las personas con las que se encuentra caminan cabizbajas buscando en sus pies “algo” que han perdido. En ocasiones se concentran tanto en su búsqueda que durante el camino, conocerán del viajero poco más que la punta de sus botas.
Hay otros viajeros que, simplemente, CAMINAN.
No tiene claro cual será la próxima etapa ni tampoco lo que buscan, pero saben que su destino es caminar. Son viajeros del presente y se dedican a disfrutar de cada etapa como si fuera la primera. No buscan, disfrutan con lo que se encuentran en cada paso.
Hay etapas en las que sin esperarlo, el camino regala al viajero la presencia de seres divinos en forma de guerreros del presente. Durante algún tiempo caminarán juntos, compartirán lo aprendido en experiencias pasadas y disfrutaran de la alegría de compartir su caminar. Reirán, soñaran, llorarán en unidad. Comerán del mismo plato, beberan del mismo vaso, fumarán la misma hierba e incluso , a veces, se enamorarán con intensidad.
Los seres divinos saben que el camino sigue, que todo es efímero, que nada es para siempre.
Los seres divinos son conscientes de sus pasos: al igual que el camino que los unió durante un tiempo procedía de rutas diferentes, saben que distinto es el camino que tendrán que recorrer y que tendrán que despedirse.
Las despedidas son duras.
Cuando un peregrino decide continuar su etapa solo, sus compañeros aceptan con respeto su decisión sin cuestionar los motivos y transmitiendo sus mejores deseos para que la suerte le acompañe en sus próximas etapas.
”Buen Camino!”